VI Cuando todo se va a la mierda.
Tengo un arte para conseguir las cosas y cagarla, que no os lo podéis imaginar.
Esto me ha pasado miles de veces: o la lío o de repente empiezo a odiar aquello que había idealizado.
La última ha sido tan gorda, que es la razón principal por la que he escrito este Blog.
Pensé que estas entradas pueden llegar a gente con este trastorno. Quiero que mis vivencias, resumidas y anecdóticas sirvan a alguien, ya sea: para no cagarla o sentirse aliviado/a después de haberla liado parda ¿Sabéis a lo que me refiero? seguro que sí.
Bien, os voy a contar la reina de las cagadas:
Llevo 6 años obsesionándome con el trabajo. Y tengo mis motivos: me gradué en plena crisis, mis sector tiene poca salida y en crisis menos. Me independicé y quise ser la mujer perfecta: tener trabajo, seguir estudiando, tener al novio contento, a mis padres, etc.
Fue mi muerte.
Sin saberlo, todo mi vida había padecido TOC. Pero ahora se hacía más evidente. No lo vi, nadie lo vio. Y llegó la depresión. Toqué fondo. Cogí impulso para salir y aun estoy en ello.
Podemos decir que ya no estoy deprimida, pero si arrastro un insomnio grave desde entonces, al que le acompañan un puñado de pastillas para dormir y un antidepresivo cada mañana. Bueno, eso no es todo. Como recuerdo de esta mierda se me han quedado 25 kg más en el cuerpo y parezco una croqueta.
A día de hoy sigo cagándola, dándome cuenta del duro trabajo de curación y estima personal que me debo.
Mi puto TOC me ha hecho perder el trabajo que más me ha gustado y tanto me ha costado encontrar.
He querido demostrarles que soy tan buena profesional y que sé hacer tantas cosas. Que he no he podido mantenerlo el tiempo.
Chicos y chicas, estoy en paro en plena crisis de coronavirus.
Y la causa real del despido era la siguiente: opiniones dispares acerca de la aplicación del sentido común en mi trabajo.
Yo sé que cada uno tenemos un concepto diferente acerca de este sentido. Por eso le pedí a mi jefe que me diera unas directrices a la hora de regir mi trabajo y no tener que utilizar mi sentido común.
No me las dio porque era de sentido común.
Apliqué mi criterio y entonces me di cuenta que él no se refería al sentido común, sino a: adivina como quiero que hagas las cosas y no preguntes.
Esto para mí es tremendamente difícil de entender.
No hice las cosas como el desearía, apliqué un razonamiento lógico y lo defendí. Lo defendí ante mi mismo jefe. A muerte, para mi era de cajón.
El error: él nunca me pidió que hiciera las cosas bien. Solo quería que hiciese la cosas como el las haría.
Razón por la que ahora estoy en la calle.
Y ahora, me pregunto: ¿Le tengo que decir a la empresas que siempre quiero hacer las cosas lo mejor posible cuando preguntan "cuál es tu mayor defecto en la entrevistas"?
En fin, hacer lo correcto no es siempre lo mejor.
La tía que no se calla.
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